Podemos sentir que no somos capaces de gestionar nuestros problemas y circunstancias vitales,  que nuestro malestar emocional es tan intenso que nos atrapa y bloquea, y que no tenemos las suficientes herramientas para enfrentar nuestra vida. Cuando esto sucede, puede que nos preguntemos si podemos solucionar solos esta situación,  o si por el contrario, necesitamos ayuda profesional. Podemos considerarnos débiles, poco fuertes o poco valientes, por necesitar de una terapia psicológica, suponiendo esto, que nos hemos rendido. Nada más lejos de la realidad. Aceptar que no se tienen herramientas para enfrentar una situación, querer mejorar y evolucionar pidiendo ayuda profesional, es algo inteligente, humano, y un gran acto de valentía.

Se conoce como valiente, a la persona con la determinación y fuerza de voluntad para enfrentarse a situaciones difíciles. Iniciar una terapia psicológica, implica estas cualidades, ya que supone afrontar continuas dificultades en una carrera de fondo, cuya meta no se observa a simple vista. Supone enfrentarse a uno mismo, a vulnerabilidades aprendidas y fuertemente arraigadas y a un funcionamiento altamente instaurado durante años. Conlleva cuestionarse si lo que se lleva haciendo tanto tiempo, ayuda o por el contrario, daña. Aprender nuevos funcionamientos, aprender, cuando se creía que ya no hacía falta hacerlo. Por todo ello, la persona que acude a terapia está muy lejos de asemejarse a la descripción de debilidad.

Mi objetivo como psicóloga es ayudarte a reducir tu sufrimiento y malestar emocional, dotándote de herramientas que te ayuden a enfrentar de manera más saludable y satisfactoria las situaciones emocionales que te perturban, trabajando sobre tus pensamientos, emociones y conductas como un todo interrelacionado, con el fin último de mejorar tu calidad de vida y bienestar psicológico. Te acompañaré y guiaré a lo largo de esta carrera de fondo, desde el primer día, hasta el último de nuestra terapia.